Tocado de rosas para una reina del San Pedro.
Falda pintada a mano, típica de las fiestas tradicionales.
Desierto de la Tatacoa.
Una cerámica para el Huila.
Cuando comenzamos el Patio De La Cerámica, ya había una historia
escrita en la Familia Cuéllar Durán. Liborio había comprado una finca en la
Vereda San Isidro Bajo del Municipio de Campoalegre situado en el centro del
Huila, cuyo destino final era realizar un “chircal” lugar donde se trabaja la
arcilla manualmente para la construcción de vivienda rural, casas sencillas
realizadas a partir de la necesidad. Entonces desde 1.981 cuando Liborio Compro
la tierra el sueño de una “toletera” tuvo que esperar casi 13 años hasta 1.993.
La toletera se convirtió en el CORTIJO, una empresa que está consolidada hoy
como una de las ladrilleras más prestigiosas del sur del país.
Vistas del interior del Cortijo.
Pero de tanto sentir la arcilla y amarla finalmente María Nelcy (mamá) y Laly Zulena, la única
hija mujer de ese matrimonio comenzaron
a soñar un proyecto paralelo, un taller artesanal donde se pudiese realizar
ideas concretas para una realidad que se vivía en el día a día. En la tienda de
María Nelcy, los objetos llegaban a la tienda procedente de China, Francia,
Italia, Japón, de USA pero ninguno de esos juegos de café o ningunas de esas
ensaladeras o lámparas o Vajillas eran realizadas en Colombia y mucho menos en
el Huila. Entonces en el 2.014 finalmente el Patio (aún sin nombre), comenzó a
gestar en una antigua casa del espacio urbano de Campoalegre que debía
derribarse por su situación en mal estado y se tomó la decisión de construir un
taller y almacén para este proyecto que nacía.
El taller nuevo en el año 2015.
Laly Zulena viajó por Colombia buscando oportunidades, talento
humano y posibilidades expresivas, también recopilo piezas de muchos lugares el
mundo, pero la cerámica hermosa, compleja todavía no aparecía con claridad.
Laly llega a El Carmen de Vivoral, la anécdota cuenta que en algunos
lugares no fue bien recibida, pero al llegar al Taller Renacer; Nelson Zuluaga
Quintero su gestor, la animo a realizar su
proyecto y la contacto conmigo, conversamos por primera vez por teléfono y
seguramente todo lo planteado en aquella conversación era todavía muy abstracto
y poco viable. Pero entre nosotros rápidamente hubo empatía y a los tres meses
yo mismo con Patricia, mi esposa , viajamos al Huila. La primera visita fue
“conocer el Huila” y conocer su gente, su espacio, la familia porque desde el
comienzo el objetivo planteado fue “Vamos a hacer una Cerámica del Huila”, con
valores nuestros, con memoria nuestra y desde nuestras capacidades es decir:
un Proyecto Huilense con Identidad.
Laly aprendiendo como todos.
En el Huila vivimos el desierto, encontramos piedras de canto rodado
en cada rio de su territorio, disfrutaos de la naturaleza ya vivamente
expresada en las faldas de las fiestas del San pedro y súbitamente estamos
metidos literalmente en el Rio Neiva, buscando las piedras redondas que ya
imaginábamos eran platos de sopa, platos de seco o tazas para servir nuestras
comidas tradicionales.
Pero en el Sur de Colombia hay demasiado talento como para no
usarlo, entonces viajamos a uno de los territorios más fructíferos de la
cerámica popular en América La Chamba
(Sur del Tolima), allí nos contactamos
con la Maestra Mayor Carmén Prada y con ella comenzamos a imaginar la manera de
llevar aquellas piedras al barro.
Segando el arroz.
El desierto y vista lejana de ríos secos.
Rápidamente un equipo interdisciplinario llego al taller
construido; todavía vacío para comenzar
esta aventura. Unas pocas mesas, algunos materiales iniciales, entre ellos
arcilla Cortijo y herramientas, entre
otros. Fueron poblando aquel espacio que se llenó de ganas de aprender.
El equipo del taller.
Habíamos hecho una breve pesquisa para encontrar posibles candidatos para el
aprendizaje (nadie en Campoalegre conocía las técnicas de vaciado, torno de
alfarero, formación a mano, decoración bajo esmalte y sobre esmalte), pero
ahora teníamos un puñado de mujeres y hombres dispuestos a dejarse modelar por
el barro y cambiar su vida.
Del Carmen llegaron: Bernardo Betancur; experto en las artes del yeso, Eugenia Flores y Leydi Ospina; expertas decoradoras, Nelson Zuluaga Londoño; Alfarero de profesión y de la Chamba la mencionada Carmén Prada maestra del arte modelar a mano. Cada uno de ellos fungió como maestro y tuvo sus propios alumnos, que en algunos casos no habían tocado el barro o no habían decorado jamás… (en Campoalegre hay arcillas, pero la tradición de hacer “cacharros” ya se había olvidado).
Fueron tiempos de aprender, eran meses de “brega”, de no saber, de intentar, de aprender de los errores, porque así es la cerámica. Pero poco a poco comenzamos a ver claro. Cuando todos estaban “metidos en el barro”, regrese nuevamente para intentar definir formas, decoraciones, acentos, matices… que debían ya perfilar los hallazgos que con Patricia y Laly se habían enunciado.
Cada uno de los Maestros visitantes puso su cuota de sabiduría y amor con grandes dosis de paciencia y fueron apareciendo las formas y las decoraciones que nos iban a identificar.
Aquella piedra fue efectivamente la taza, las flores del campo y de las faldas bailadoras fueron el comienzo de la decoración, el pez y la cholupa, el desierto y todo lo vivido fue impregnándolo para encontrar el verdadero sentido de lo que estábamos haciendo “Una Cerámica Huilense”.
Un año después de las primeras conversaciones entre Laly Zulena Y Jose Ignacio y luego de múltiples visitas de Jose Ignacio y de grandes esfuerzos del equipo, hoy estamos viviendo por fin que este sueño se ha hecho realidad.
Doña Carmen.
Nelson enseñando el torno de alfarero.
Leydi, jefe de taller.
Eugenia enseñando decoración.
Bruñido, herencia de la Chamba.
texto escrito en Abril 26 del año 2.016.
y adaptado para este blog el 30 de agosto de este mismo año.
José Ignacio Veléz Puerta.
felicitaciones, por un buen proyecto!
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