Volver a los árboles después de 10 días me llenó de emoción, en primer lugar retomar el trabajo físico, amasar el barro, luego el contacto con las formas y las posibilidades del espacio, de algún modo todo fue nuevo después de mirar con mis propios ojos y tocar con mis propias manos la Ceiba de Trinidad.
Trinidad es una pequeña ciudad colonial situada a casi 400 kilómetros de la Habana y es patrimonio de la humanidad, esta Ceiba está cumpliendo 200 años y se encuentra en un solar muy estrecho de una pequeña casa en el espacio urbano, nadie está preocupado de que el árbol pueda sucumbir ante el mal tiempo, ni los vecinos se quejan de las hojas que caen de sus ramas y no se cuenta que en su historia haya sucedido algún accidente.
La Ceiba se ve erguida, joven y hermosa.
Aquel árbol fue una verdadera lección de escultura, de lo austero y de lo íntegro…muchos otros árboles y muchos hombres, me enseñaron mundos nuevos e historias nuevas, pero a la Ceiba le ha tocado todo, escuchó los versos apasionados de José Martí, acompañó el sueño de una revolución y ahora mira con gran incertidumbre la tierra que la vio nacer.
Viernes 25 de mayo, día número 15 en el proceso.
28 de mayo del año 2013.
Pura magia...el soplo sobre la materia para que se convierta mediante el fuego en la creación
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