jueves, 5 de enero de 2017

Visita a la Hundertwasserhause


 



              


Desde 1991 año en que conocí la obra de Hundertwasser y tuve entre mis manos un hermoso catalogo impreso con tintas multicolores, desde ese momento soñé con estar en la casa de este artista austriaco “rompedor” de esquemas y visionario de una arquitectura del futuro.
Este artista sui generis fue el motor principal de toda la Estética Urbana para El Carmen de Viboral. El con su irreverencia me motivo a crear una estética propia que pudiese potenciar este pueblo hacia el futuro y defenderlo de la conurbación que se ha gestado desde los desequilibrios de ciudades como Medellín y Rionegro. El Carmen hoy, sin embargo, todavía no comprende la universalidad de este proyecto y el respeto con el cual se ha concebido y realizado. El Carmen no comprende la trascendencia de haber lanzado al espacio urbano su proyecto de cultura cerámica y si no lo hace, El Carmen perderá el  esfuerzo de  todos estos años e irremediablemente se convertirá en un ANEXO  de Medellín, donde sus valores endógenos se diluirán en medio del urbanismo irrespetuoso que caracteriza nuestras ciudades
 
El primer impacto de la casa,  desde la calle.
Bien, pues ese día llego en septiembre pasado, cuando visite la ciudad de Viena en compañía de mi esposa y nuestra gran amiga Beate. Por alguna razón mágica  tuvimos la llave maestra del edificio en cuestión y como cualquiera de los inquilinos de este,  en un abrir y cerrar de puerta estábamos adentro…subiendo por las escaleras, mirando cada detalle constructivo, encontrando terrazas con árboles frondosos  que uno nunca imaginaria en un tercero , cuarto, quinto  o sexto piso de una gran ciudad… cada piso era una sorpresa, de pronto,  un salón para la comunidad  con un balcón lleno de árboles, a manera de jardín de las delicias, más adelante en la azotea un pequeño bosque encantado, como para no creérselo…había  disfrutado de fotografías en catálogos y libros preciosos, pero nada alcanzaba a  contarme la realidad de este mágico lugar en pleno centro de la ciudad de Viena.
 

El componente arbóreo  surge desde los balcones y las terrazas.

 
 Con Tati y nuestra gran amiga Beate.
 
 El acceso al edificio.
 
 
Tendría que ser muy visionario aquel que imaginó aquellos arboles 50 años después entre las terrazas y las cúpulas cebolla! Y creo que lo fue.

En realidad Hundertwasser pertenece a una línea de artistas austriacos muy revolucionarios, cuya estética propia y muy universal está conectada con la expresión más viva del ser humano. Gustave Klimt, Egone Shiele y Hundertwasser son una triada de revelaciones hacia una estética visceral y emocional que acompaña la maravillosa historia del arte del siglo XX. Ellos son un capitulo excepcional, ellos son una fuerza particular y en el caso específico de Hundertwasser, no solo realizando una obra pictórica y gráfica de verdad relevante, sino además, porque fue capaz de aportar una mirada muy posmoderna a la arquitectura que para la época ya estaba contaminada de una academia enfermiza y sobre todo alejada de conexiones necesarias con la naturaleza vital y emocional del  planeta. Su obra de arquitectura es en resumen una de las obras más impactantes del siglo XX, obra que por supuesto no le interesa mucho a la academia, pues trasciende la razón y a la geometría  que en ocasiones  deambula en terrenos de rigidez y frialdad.
 

 
 
 
 
 
 
 
 

 

                                                                                         Las escaleras.
 

                                                                         El lenguaje orgánico lo permea todo.
 

 

 

 
 

             Vista desde una terraza hacia la calle.
 
 

                                                                                   Vista desde una terraza.
 
 

 

                                                                               Tati, Beate, Lucas y Luca.




                                                                    Un bosque en la terraza superior.


                                                 

 

                                                                   En la terraza superior con vista de Viena.
 
 

 

                                            Si no lo vemos, no podemos imaginar estos arboles dentro del edificio.
 

 



                                                                                                 Arriba del edificio...
 
 


                                                   


                                                          


                                                    


                                                   


                         

 
Comparto con gran alegría estas fotografías, algunas de ellas inéditas en las cuales estoy  dibujando sobre una pared de un corredor
 (a manera de grafiti) con un lápiz graso  que siempre cargo en mi mochila, aquel dibujo permanecerá allí, pues la idea, ha sido parte esencial de la memoria  del  artista y del edificio.

 
en Pasto, Nariño,  enero del año 2017.
 

 

 
 
 

 

 

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