Cuando me hice alfarero, hecho que todavía se conjuga en gerundio, porque uno nunca termina de aprender sobre aquella rueda mágica.
Esto quiere decir hace más de cuarenta años, me fui encontrando con aquella manera particular de acceder al barro: un carácter, una fuerza interior, un deseo y sobre todo una aceptación de lo pequeño, de lo sutil, como un camino para llegar.
Con ocasión del próximo encuentro en Juana Sanchez, una
comunidad alfarera que ya hemos descrito en el blog anterior, he sentido el
deseo de compartir un pequeño proyecto que he venido realizando desde hace
muchos años, sobre el objeto utilitario, el cual he nombrado:
Arquitecturas de “entre
las cosas”.
Hacer alfarería para muchos puede ser un propósito menor,
pero para mí, con el tiempo se ha convertido en un propósito mayor. Y por supuesto
conocer el trabajo de maestros de todas las culturas se hace prioridad para mi.
Esa confrontación de métodos o modos de hacer, me invita a la plena conmoción
interior, saber-nos tan cerca, sentir- nos tan cerca y estar tan lejos geográficamente.
La técnica alfarera para hacer tinajas en Juana Sánchez, es la misma en África, en
Japón, en China o quizás en cualquier otro lugar para hacer recipientes similares, cambian posiciones al
hacer, hay variables metodológicas o herramientas diversas,
pero incluso los hornos en el neolítico y en el mundo prehispánico eran muy parecidos.
Pieza en crudo, arcilla blanca.
Dibujando con la crayola.
Trabajando con la cera.
Grupo de piezas listas para esmaltar, todas dibujadas con reserva de cera y crayola.
Esmaltando.
Los
objetos que presento aquí son el resumen de mis vivencias de casi 50 años
coqueteando con el barro. Al fin, me siento tranquilo, luego de resolver en mi
cabeza y en mi corazón, ese extraño pensamiento trinario que me invade al ser
artista, diseñador y alfarero. Hoy, no
me importa como sea nombrado, soy, así, particular y trabajo con intensa
pasión.
Pero
debo mencionar tres referentes constantes en mi trabajo y porque son objetos
particulares, debo ser muy específico, pues a través de ellos he conocido una
estética de lo sutil, así, sin darme cuenta ellos se fueron quedando en mi
memoria como verdaderas bitácoras o como iconos esenciales de mi mundo más íntimo
y sagrado:
El primero apareció para mí en Venecia, en 1983,
donde tuve la oportunidad de ver la primera gran exposición de cerámica China
en Occidente, allí estaban , por supuesto las primeras terracotas tamaño
natural del ejercito de Qin Shihuang, las cuales me conmovieron profundamente, así
como lo hizo muy especialmente una
pequeña jarra tripoidal proveniente del
neolítico de la cultura Dawenkou de no más de 15 centímetros, datada entre los años 4000 y 5000 A.C, esta
pequeña pieza nos invita a proponer objetos cargados de fuerza vital, en ella
el carácter de uso se apropia de manera irreverente de la más alta experiencia
escultórica como del diseño más exigente.
Foto tomada del catalogo original de aquella exposición, 7000 Años de China, 1983.
El segundo referente aparece dos
años más tarde en 1985, cuando conozco en Londres la obra de Hans Coper, un artista Alemán
que desarrollo su carrera en Inglaterra,
cuya manera de construir con pequeños elementos
modulares realizados en el torno hacia que sus piezas se hicieran monumentales
, de la forma como Henry Moore nos había enseñado…aun desde lo pequeño.
Jarrón Cebolla, alt. 32 cms, 1970.
Obra de Hans Coper.
foto tomada del libro Alfareria y Cerámica.
coordinación: Hugo Morley - Fletcher, Herman Blume, 1985.
Este pequeño grupo de figuras realizados en los años 50s,
no tenían carácter funcional
y nunca fueron puestas a la venta.
Y el tercer referente sé que ha estado siempre en mí, pero con el pasar de los años lo he hecho cada vez más consciente, se refiere a aquellas tablas o planos antropomorfos de la cultura Quimbaya en Colombia, objetos que te plantean un espacio ilimitado entre los mundos que el diseño ha constituido como sus pilares conceptuales, el comportamiento, la estructura y la función.
Cultura activa entre los años 500 a.c hasta 1500 d.c.
Foto Wikipedia.
Hacer
objetos para mi es una fiesta sensorial, tocar el barro y sentirlo
transformarse entre mis manos es un gozo sin igual. Mi dialogo constante con
el, mi obediencia y mi respeto, su obediencia y su anarquía, nos hacen
cómplices de una memoria que nos llega desde ese neolítico efímero y propicia
para mi la emoción de compartir a ustedes la experiencia de intentar comprender
el mundo más elemental, el mundo que habita
“entre
las cosas”.
Grupo de piezas ya decoradas con esmaltes superpuestos.
A continuación algunas piezas de la primera quema del proyecto que me dio real satisfacción.
Durante varios años había intentado no solo buenas soluciones formales, sino, ademas, unos acabados que definieran un carácter a mis piezas.
Reserva de cera y esmaltes superpuestos sobre arcilla negra, 1210 ºc.
Reserva con Crayola cerámica que realizo en mi taller y
esmaltes semireducidos sobre arcilla roja, 1210 ºc.
Hice un compromiso con el Museo de Antioquia, el poner
algunos “objetos de autor” en su almacén, espero que muy pronto estén allí.
Y como soy un soñador, espero que algún día puedan hacer parte de su colección...ojala!
Reserva Providencia, 17 de junio del año 2019.
Un abrazo y felicitaciones José Ignacio. He seguido de cerca tu búsqueda y te veo hoy realmente no solo como un creador sino un investigador salido del barro y el fuego. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Bultaco, A Warren al me mostro tu pagina, le pregunte por ti porque fui por el Carmen al fin pero parece que llegue un poco tarde...Exelente coleccion de vasijas de cuello y voca, con excelentes asas, mucho mas que destacadas....
ResponderEliminarLe mostrare tu pagina a Myriam Greidinger cuando la vea...ella sigue haciendo su pintura en ceramica...a veces me pregunta por ti...
Buen animo con ese arte...